La guitarra se convirtió en el instrumento popular por excelencia a finales del siglo XVI en países como Italia, Francia y, sobre todo, España, de donde era originaria y en donde vino a sustituir a la vihuela, hegemónica hasta entonces. Esa popularidad fue consecuencia lógica de la facilidad en su manejo, si bien no todos los que aspiraban a tocarla eran capaces de descifrar la tablatura, notación musical al uso que representaba cómo colocar los dedos en los trastes. Para solventar ese problema se inventó otro sistema de notación llamado alfabeto. Se trataba de un código de números, letras y signos para memorizar e identificar el acorde que había que rasguear. No está claro a quién hay que adjudicarle la paternidad: algunos apuntan al italiano Girolamo Montesardo (autor de la colección Nuova Inventione d’intavolatura per sonare li Balletti sopra la Chitarra Spagnuola, senza numeri e note) y otros se decantan por el médico catalán Juan Carlos Amat (a quien se debe el tratado Guitarra española y vandola, en dos maneras de guitarra castellana y catalana de cinco órdenes, la cual enseña de templar y tañer rasgado todos los puntos naturales y b mollados con estilo maravilloso). Sea como fuere, el alfabeto fue fundamental en la expansión de la guitarra, bien como instrumento solista, bien como acompañante. La presente grabación, bajo el título de “Alfabeto Songs”, nos ofrece esa doble faceta de la guitarra, aunque limitándose en lo geográfico a Italia, por mucho que, de manera testimonial, contenga también una Passacaglia de quien seguramente fue el más avezado guitarrista de aquel periodo, el aragonés Gaspar Sanz. Pero en este disco, por paradójico que parezca, no es la guitarra la protagonista, sino la voz pletórica de la soprano Raquel Andueza, quien nunca deja de sorprendernos. La secunda en tres de las piezas otra soprano, Theresa Dlouhy, y recibe justa réplica instrumental de Private Musicke, que no es su conjunto (el suyo es La Galanía), pero ya casi como si lo fuera.

Eduardo Torrico