El 26 de febrero de 2010, con motivo de las celebraciones del segundo centenario del nacimiento de Chopin, se celebró un maratoniano concierto en la Filarmónica de Varsovia en el que se interpretaron sus seis obras para piano y orquesta. Para la ocasión, se optó por renunciar a las actuales sonoridades y recuperar el sonido original del que nacieron estas obras. Los instrumentos de época de la Orquesta del Siglo XVIII y su director Frans Brüggen contaron para la ocasión con la colaboración de tres pianistas excepcionales –Nelson Goerner, Janusz Olejniczak y Kevin Kenner–, que dieron vida a los pentagramas concertantes de Chopin sobre un viejo piano Érard construido en 1849, es decir, el mismo año de la muerte del compositor. El piano, dentro de la orquesta, ubicado ante el podio del director, de modo que la mirada del solista se cruza con la suya, recuerda la ubicación de los viejos clavecinistas en los conciertos barrocos, y rompe, estrepitosamente, con la imagen protagonista del gran piano de cola ubicado detrás del maestro, cerca del público.
Por fortuna, el sello Glossa ha recuperado en dos DVDs ese concierto único que ahora, gracias a ello, se convierte en accesible a todos los melómanos interesados en conocer en óptimas condiciones –audio y visuales– este repertorio hoy tan infrecuente sobre este tipo de instrumentos. El resultado, además de obviamente interesante, supone una verdadera fuente de conocimiento y disfrute musical.
Frans Brüggen, aparentemente tan inesperado en estas lides chopinianas, dirige sentado a la manera del inolvidable Sergiu Celibidache, sin apenas apartar la vista de la partitura. Marca y conduce la música con discreción, dejando que ésta discurra de modo natural y transparente, sin por ello dejar de subrayar detalles e inflexiones dinámicas y de tempo. Aunque para algunos quizá sea una sorpresa encontrar al maestro holandés en estas lides románticas y chopinianas, la realidad es que su vínculo en absoluto es nuevo. De hecho, el repertorio que incluye el doble DVD lo grabó ya, también en Varsovia y con su inseparable Orquesta del Siglo XVIII, en 2005 y en 2006 junto a Nelson Goerner y Dang Thai Son.
Significativas de esta pasión chopiniana son también las palabras de Brüggen que incluye el estupendo texto que ilustra el estuche: “Inspirados por grandes pianistas”, escribe, “estudiamos e interpretamos este admirable repertorio durante años, y nos enamoramos con intensidad de las seis obras para piano y orquesta que el joven Chopin compuso mientras vivía todavía en Varsovia. Las grabaciones son bastante próximas, lo que refleja el firme concepto interpretativo de Brüggen y su complicidad involucrada con los solistas.
De ellos, hay que destacar especialmente su moldeable adaptación a las características del piano Érard, de sonoridad y pulsación tan diferentes a las de los actuales instrumentos. Sin embargo las dinámicas no se perciben tan limitadas como cabría suponer, y el sonido, obviamente, carece de la riqueza armónica y opulencia de los modernos pianos de concierto. Pero el sabor de las sonoridades, la ligereza de los pasajes rápidos y el acoplamiento ideal con la pureza de la Orquesta del Siglo XVIII otorgan un realce y un valor añadido a estas versiones. Sólo en los movimientos lentos se resiente la falta de sonoridades menos perecederas y de una caja de resonancia capaz de mantener los sonidos en el espacio.
Nelson Goerner, Janusz Olejniczak y Kevin Kenner bordan sus respectivas intervenciones: por empatía con el pentagrama, por la solidez de sus dúctiles medios técnicos y por unos conceptos artísticos e interpretativos en plena y evidente sintonía con la mano maestra de Brüggen. Los tres tienen un incuestionable pedigrí chopiniano. El estadounidense Kevin Kenner hace maravillas con el Primer concierto para piano, mientras que el polaco Janusz Olejniczak hace lo propio con su “adorado” Segundo concierto, “el primer concierto con orquesta que he tocado en mi vida. Mi madre todavía llora cada vez que me lo escucha”, dice en la suculenta entrevista que incluye el álbum. Nelson Goerner, pianistazo argentino radicado en Suiza, vuelve a dejar constancia de su gran clase en esta nueva grabación del resto de la obra concertante de Mozart. Las dificilísimas y muy mozartianas Variaciones en Si bemol mayor, “Là ci darem la mano” o la Fantasía sobre temas polacos encuentran en los dedos de Goerner el vehículo ideal para desarrollar su diáfana pero exigente escritura.
No quedan aquí los contenidos de este muy apreciable doble álbum, cuyas casi tres horas incluyen los bises ofrecidos en solitario por los tres protagonistas instrumentales y unas entrevistas en las que éstos hablan de las peculiaridades del repertorio que interpretan y sobre sus particulares visiones de Chopin. Los tres coinciden en subrayar la conexión con Mozart y Bach, el fondo clásico de su inspiración y como lo trufó con la música autóctona de su Polonia natal y con el nuevo romanticismo. En definitiva, un festín Chopin realzado, además, por la cuidada filmación de Phil Grabsky.
Justo Romero
On February 26, 2010 a historic concert took place in Warsaw, the birthplace of Fryderyk Chopin: during the course of that single evening all the works written by this composer for piano with orchestra were performed. Playing an Érard piano dating from 1849, the pianists Nelson Goerner, Kevin Kenner and Janusz Olejniczak, alongside the Orchestra of the Eighteenth Century and Frans Brüggen, each performed one of the six works which the young Chopin, still at that time in Warsaw, composed in order for them to be displayed before the demanding public of his own country. Completing the film of this event is a series of interviews with the soloists, and with Marc Destrubé, the orchestra’s leader.