El secreto es la penúltima ópera de las ocho que llegó a concluir el compositor checo Bedrich Smetana que, como es bien sabido, fue el que creó la escuela nacional checa en música; y en especial en ópera, claro. Es la segunda en la que cuenta con libreto de la escritora y traductora Eliska Krásnohorská, nacida en 1847 (la anterior fue El beso, la siguiente fue la última del compositor, La pared del diablo), aunque hay que hacer notar que Krásnohorská le había entregado hacía tiempo el libreto de lo que tendría que haber sido Viola, basada en Twelfth Night, de Shakespeare, y que habría sido al fin una obra de tema no checo, único caso en nuestro músico. Pero Smetana no compuso demasiado de Viola, apenas quince o veinte minutos; que, desde luego, grabó Supraphon hace tiempo (1981-1982, Kosler, con la mezzo Marie Veselá).
Es probable que El secreto sea la ópera más perfecta de Smetana, pero como casi todas las suyas (la única excepción es La novia vendida) no ha ido mucho más allá de las fronteras checas (y eslovacas). Krásnohorská gozó de libertad para elegir tema y tratamiento, y así consiguió una comedia a partir de una vieja leyenda, y allí donde parece que va a primar lo fantástico tenemos una comedia que trata algo así como un “Romeo y Julieta de aldea”. El final es feliz, claro, y no sólo porque los enamorados acaban juntos, sino porque se produce la reconciliación y se superan los viejos odios familiares. Todos felices.
La lectura de Krombholc tiene casi sesenta años, edad venerable que nos sugiere dos cuestiones obvias: que el reparto, o al menos la parte más importante de él, será espléndido; y que el sonido será, por decirlo de algún modo, “histórico”. Las voces son a veces de auténtico ensueño, esa es la verdad. No hace falta ser un conocedor para distinguir la resonancia de algunos de esos nombres: Zídek como espléndido galán, voz límpida, lírica; Petrová como damita joven, voz con mucho toque infantil, pero con tesitura muy amplia en el grave; Stepánová, contralto profunda de bello y seductor esmalte; y los dos rivales de antaño, el bajo Kalas y el barítono Kocí. Un coro excelente y una orquesta de espléndido nivel en el foso del Národní Divadlo, Teatro Nacional, todos bajo la dirección de un veterano del podio, el foso o la iglesia, Jaroslav Krombholc (1918-1983).
Los archivos, una vez más, ocultaban un tesoro. No un “secreto”, porque lo conocíamos. Hay que reconocer que el sonido ha mejorado con las astucias a que se someten los viejos fonogramas. Desvelar este Secreto al cabo del tiempo es un auténtico placer.
Santiago Martín Bermúdez