Las obras contenidas en el disco exponen la diversidad de propuestas que un compositor como Eduardo Morales-Caso ha abarcado en su amplio catálogo y muestran el abundante material sobre el que ha investigado en la última década. En esta ocasión, con absoluta convicción las disímiles inquietudes musicales que han ocupado la mente del autor desde el 2000, se reúnen en la gran galería sonora que recoge este CD bajo la intención expresa del compositor y con el ofrecimiento de numerosas aristas que conceden el perfil de su ingente obra.
Salta a la vista la primera singularidad de este compendio y debe ser considerado como una producción de madurez creativa en el ámbito de la música de cámara, esfera de su producción que Morales-Caso concibe desde diferentes formatos y lenguajes, aunque éstos reúnen rasgos que comiencen a trazar de forma progresiva un contorno estilístico de técnicas y mundos sonoros que lo identifican.
Ante todo sobresale la claridad de la estructura, la sutil fantasía y sensualidad discreta que explotan este grupo de composiciones de gran inventiva melódica, armonía refinada y concepto del timbre que va más allá de la simple adecuación instrumental, para convertirse en un elemento de manejo del color.
Tanto en sus piezas propiamente camerísticas como en las ideadas para un instrumento a solo, se debe considerar el empleo común de varios recursos técnicos. Algunos parámetros de la estructura sonora aludidos en todo el conjunto se ponen de relieve en los matices dinámicos, perceptibilidad de los registros extremos, equilibrio de masa y volumen y diferenciación de planos sonoros. Todo ello con una visión más amplia del conocimiento individualizado del instrumento seleccionado y sus posibilidades, se aplica.
En la configuración tímbrica, los modos de ataques diversificados, los usos dinámicos, las articulaciones y los cambios de tiempos adquieren un papel especial en el conjunto de la muestra.
Para un discurso plagado de detalles expresivos e indicaciones precisas, estos elementos conforman grados de contrastes significativos que apuntan a caracteres diversos entre materiales estructurados básicamente de ideas motrices. Cada obra ofrece soluciones con variables que refuerzan los lenguajes asumidos, por lo que cada pieza construye un manejo formal específico en un referente sonoro que transita y sugiere procedimientos empleados anteriormente en composiciones neoclásicas o expresionistas.
El sentido global tímbrico abordado explica no solo el dominio por parte del compositor de las características técnicas del instrumento, sino también su capacidad simbólica para representar el sonido dotado de una expresión sensorial que reúne en la escucha cuatro rasgos esenciales: altura, ritmo, dinámica y timbre. De una manera explícita, tal eclosión se hace notar gradualmente en la praxis compositiva desde finales del Clasicismo; en concreto, en los tríos con piano escritos por autores como Beethoven o más adelante Ravel, referentes sin duda que Morales-Caso ha considerado para concebir un formato clásico de gran arraigo en la producción de cámara. Es aquí donde este autor retoma el concepto de equilibrio e independencia entre las partes instrumentales que desarrollaron tanto esos clásicos.
Marta Rodríguez Cuervo (de las notas al disco)