De viaje con Telemann (Geografía Musical)
En 1959 el musicólogo y editor alemán Adolf Hoffmann publicó una Geografía musical (Klingende Geographie) de
Telemann. No se trataba de una obra inédita y recién descubierta del compositor que se añadía a su inmenso catálogo, sino de un refrito -entonces estas cosas todavía no escandalizaban- pergeñado a base de picotear en su amplísima
serie de Oberturas. Su norte y guía era la juvenil Geografía canora (Singende Geographie) para voz y bajo continuo que editó Johann Christoph Losius, rector del Gymnasium Andreanum de Hildesheim, en 1708 y que Telemann hubo de componer, sobre textos del propio rector, años antes, mientras fue alumno de la institución educativa (1697-1701), a la que su madre viuda le envió -¡lo que son las cosas!- tratando de sacarle del cuerpo el demonio de la música. Para la selección, Hofmann eligió, por una parte, aquellos movimientos cuyo título aludía específicamente a algún país concreto y, por otra, los que estilísticamente tuvieran algún “sello” geográfico (danzas, sobre todo). Fueron nada menos que veintisiete las oberturas visitadas por Hoffmann. De ellas, lógicamente, la Volker-overture (TWV55: G5) y Les nations anciennes et modernes (TWV 55, G4) son las mejor representadas (aparecen casi completas). Otras tres (TWV55: B4, D12 y G2) aportan dos movimientos cada una y de todas las demás tomó uno solamente, hasta totalizar treinta y ocho movimientos. El resultado es un conjunto innegablemente hermoso, de muy agradable escucha, en el que saltamos sucesivamente de Portugal a España, de los Países Bajos al Norte de Italia, de Suiza a Escocia, de Polonia a Turquía... llevándonos incluso a territorios africanos y americanos (TWV55: g1 y B11, respectivamente). No deja de ser una antología, con todas sus ventajas y riesgos, pero con un buen argumento como hilo conductor. Y el programa se completa con un concierto ripieno, para dos violines, viola y bajo continuo (TWV43: d2). El grupo suizo Musica
Fiorita, dirigido por Daniela Dolci, nos lo ofrece en una interpretación elegante, contenida, incluso delicada en
ciertos momentos, con un bajo continuo en el que la cuerda pulsada está muy presente y destacando las prestaciones de Maurice Steger con la flauta dulce. Tal vez haya quien eche de menos algo más de desmelenamiento en tal cual danza, pero el resultado no deja de ser excelente.
Mariano Acero Ruilópez