Si, a estas alturas, alguien albergaba alguna duda acerca de la correcta ubicación de Manuel Castillo entre los mejores compositores españoles de la segunda mitad del siglo XX, este CD puede ayudarle a despejarla. Se ofrecen dos Tríos que figuran entre lo mejor de la contribución camerística de Castillo, ambos escritos en los años ochenta, esto es, en el epicentro de su madurez, y se rodean de tres obras para violonchelo y piano que muestran la evolución de sus maneras creativas, desde la complejidad de la espléndida Sonata compuesta en 1974 para Pedro Corostola, hasta la amable sencillez de la Alborada de 1994, obra pedida por el cellista mexicano Carlos Prieto. Cerca de la Sonata se sitúa una bella obra “de circunstancias”: el Ricercare a Pau Casals, de 1976, fruto del encargo colectivo que hizo la llamada Comisaría de la Música –pariente lejano (y pobre) del actual INAEM– a varios compositores del momento con destino a publicar un álbum de homenaje a Casals en el año de su centenario.
La Alborada y el Ricercare son piezas cuyo bello curso se explica por sí solo. Por su parte, la Sonata y los dos Tríos nos hablan claramente de la postura estética del maestro sevillano, buen conocedor de todas las vías que había abierto la música de su tiempo, pero cultivador de un camino propio cuya definición parecía ser: mi música aspira a ser mía y nueva, pero asumiendo profundamente los modelos de la tradición. Y Manuel Castillo lo logró. Por eso gozó en vida del respeto y la admiración que se reserva a los maestros, y por eso su música gana enteros con el paso de los años.
El violonchelista Trino Zurita ha trabajado mucho y bien en estas grabaciones, así como el pianista Óscar Martín, que también interviene en todo el repertorio. Para los Tríos se suma el violinista Miguel Romero, mostrando impecable compenetración con sus colegas. Gran música y muy bien servida: otro buen producto, pues, al servicio del patrimonio musical de Andalucía.
José Luis García del Busto