En un bonus incluido en estos tres lanzamientos con los que Supraphon pone punto y final a la magnífica edición especial dedicada a Václav Talich (1883-1961) puede escucharse al propio director checo la siguiente indicación a sus músicos sobre los primeros compases del concierto para violonchelo de Dvorak: "Escuchen, imagínense que están tratando de contar una historia". Desde luego, es posible que no haya un comentario más preciso y al mismo tiempo más sugerente a una orquesta. Y es que Talich buscaba en todo momento durante los ensayos el comentario que le permitiera inspirar a sus músicos, cantaba una y otra vez cada pasaje, y no dudaba en trabajar por secciones su interpretación con el fin de conseguir la cohesión y claridad camerísticas que le han hecho legendario. Era un director metódico, pero por encima de todo un músico poético y evocador.
El primero de estos tres lanzamientos se dedica a Mozart, quizá el compositor más reverenciado por el maestro checo. Talich solía contar una anécdota de Suk sobre Mozart, según la cual si el compositor checo hubiera visto a Beethoven lo habría recibido gustoso y charlado con él de música, pero si se hubiera encontrado con Mozart no habría dudado en meterse bajo una mesa. Precisamente, a Mozart dedicó varios conciertos cuando por fin en 1954 pudo volver a actuar en público en Praga, tras haber sido apartado de la vida musical pública por el gobierno comunista checo en 1948. Este volumen 15 no sólo incluye el registro inédito de una selección de la Gran Partita procedente de uno de sus conciertos de regreso, sino también una breve alocución dirigida al público joven asistente donde afirma que si el corazón es el que ennoblece al hombre no hay más que escuchar esta música para verificar el que tenía Mozart. Efectivamente, el acercamiento de Talich a Mozart es sincero y humilde, y muestra la visión transparente y colorista de un hombre maduro que ha llegado a comprender con los años la belleza en estado puro.
El volumen 16 está dedicado a la relación de Talich con la música para orquesta de cámara. De hecho, a este campo dedicó varios años de su vida cuando en 1946 fundó la Orquesta de Cámara Checa con 36 de los mejores estudiantes del Conservatoria de Praga. El proyecto le permitió poner en práctica la forma de hacer música en la que creía, es decir, la que implicaba la sumersión en la obra musical, olvidando la individualidad artística, y el compromiso de grupo, que convertía a la orquesta en un conjunto de solistas. Esos presupuestos éticos unidos a una férrea disciplina de ensayos le permitieron crear la mejor orquesta de cámara de todos los tiempos, aunque fuera demolida en 1948 por el gobierno comunista. El contenido de este CD muestra lo que debió ser aquella orquesta, aunque las grabaciones fueron realizadas con una agrupación integrada por miembros de la Filarmónica checa. Destaca la bellísima realización de la Serenata de Dvorak y el inigualable tono evocador y hasta épico de la de Suk. Se completa la selección con dos fragmentos de Tchaikovsky registrados con la orquesta eslovaca que Talich fundó en Bratislava durante su ostracismo.
Finalmente, el volumen 17 funciona como epílogo de la serie y se dedica a repasar de forma sucinta la carrera fonográfica de Talich. Comienza con sus primeras e impresionantes grabaciones de Mi Patria realizadas en 1929 para HMV, seguidas de varios interesantes fragmentos de música checa grabados en 1940 en el Teatro Nacional, y hasta un fragmento de una ópera de Smetana procedente de la radio. Para terminar, se incluye algún fragmento del sello estatal Supraphon que diseñó un plan en 1948 para exportar grabaciones de calidad de música checa, al que debemos la mayor parte de la fonografía de Talich. El sonido monoaural sigue la calidad del resto de los lanzamientos anteriores y las notas son una vez más magníficas. Seguramente, si Talich viera hoy esta edición diría lo mismo que tras escuchar sus grabaciones: "no está mal, aunque...".

Pablo-L. Rodríguez