Había una lógica expectación por conocer el nuevo libro de Alex Ross tras el espectacular –por inesperado– éxito de The rest is noise (El ruido eterno), todo un fenómeno editorial que logró situar en los primeros puestos de las listas de venta a un denso volumen enteramente consagrado a la música del siglo XX, o, lo que es lo mismo, a la tan temida y tan minoritaria ‘música contemporánea’. La crítica internacional también se rendía ante un estilo que, liberado de prejuicios y de molestos complejos de superioridad, situaba en plano de igualdad las músicas clásicas y populares, y lograba conformar un relato histórico tan vívido como veraz a través de las peripecias y avatares de una serie de compositores e intérpretes a los que se confería, a la manera de los relatos históricos de un Stefan Zweig, el estatus de personajes novelescos. La fórmula funcionó de maravilla y, pese a su también copiosa legión de detractores, la contribución de The rest is noise a la noble causa de ganar adeptos y facilitar el acceso general a las formas más heterogéneas de la creación musical reciente es incuestionable.
Listen to This (Escucha Esto) se abre con una serie de reflexiones que más parecen un corolario de la obra anterior que la introducción al nuevo trabajo. "Odio la música clásica: no la cosa, sino el nombre. Éste encierra un arte tenazmente vivo dentro de un parque temático del pasado". O, un poco antes, en el prólogo propiamente dicho: "En mis escritos sobre música, intento desmitificar el arte en alguna medida, deshacer las engañifas, al tiempo que no dejo de respetar la inagotable complejidad humana que le da vida". Loables propósitos, qué duda cabe, que se adaptaban muy bien al estilo ameno, trepidante, cuasi cinematográfico de El ruido eterno. Pero Escucha Esto es claramente otra cosa, y mucho me temo que no despertará los entusiasmos ni suscitará las encendidas polémicas de aquel. Y la razón fundamental estriba en que, al componerse de artículos o pequeños ensayos escritos de manera independiente para el medio en el que colabora (el semanario The New Yorker) Ross priva a la obra del sentido orgánico que constituía –para quien esto escribe- la mayor virtud de El ruido, lo que le otorgaba su fuerza original. Uno tiene la sensación de que las tres partes en las que se divide el libro podrían haber sido siete, o diecisiete, sin que el resultado hubiera cambiado mucho Y lo mismo ocurre por lo que respecta a la elección de los temas y de los sujetos. Parece, en definitiva, un libro surgido más al calor del éxito de su hermano mayor que como fruto de un nuevo impulso creativo.
¿Decepción, entonces? Depende de cómo se mire. Ross sigue siendo Ross, y muchas de las virtudes que alumbraban el anterior volumen siguen vigentes en el actual. La riqueza informativa, la amenidad del estilo, la hábil combinación de conocimiento técnico y vocación divulgativa están ahí, alimentando una prosa fluida (y tanto más fluida en la magnífica versión castellana que de nuevo nos brinda Luis Gago) y una claridad conceptual que hace de cada materia, sea la presunta homosexualidad de Schubert o la música clásica en China, un objeto atractivo per se. Y, claro está, se incide en ese desprejuiciado tótum revolútum marca de la casa que nos hace saltar de Mozart a Radiohead, de John Cage a Björk, de Verdi a Bob Dylan con el desparpajo del chaval que salta las casillas en un juego de rayuela. Para quienes hemos crecido combinando con naturalidad esos compartimentos hasta hace poco tan estancos, la cosa es de agradecer. Para los que siguen pensando que situar en régimen de equivalencia a Brahms con Nirvana es una salida de tiesto similar a, pongamos por caso, equiparar a Hergé con Velázquez, no creo que Listen to This les aporte poderosos argumentos para dejar de hacerlo. Y, casi a buen seguro, acabarán invocando en su mente aquella célebre frase sobre las nueces y el ruido.
Martin Lasalle